Pasó otro 12 de octubre, con las consiguientes acusaciones de genocidio para España.
Ya es una tradición, es como la Navidad, una vez al año, durante unos días, todos ponemos cara de buenos, nos amamos los unos a los otros, incluso en algunas familias, y hacemos buenos propósitos para el resto del año. En realidad, el resto del año seguimos igual de bordes e insolidarios, pero quedamos felices y contentos por haber cumplido el rito.
Con el 12 de octubre pasa algo parecido, todos los años por estas fechas salen defensores de los indios, indigenistas apasionados, hasta debajo de las piedras y atacan ferozmente lo que, según ellos, perpetró España en América hace algunos siglos. Las numerosas matanzas, sevicias y despojos cometidos contra los indios después de la independencia, nunca han merecido su atención, y siguen sin merecerla en nuestros días, como por ejemplo la suerte de los indios en los recientes disturbios de Ecuador. Hasta el presidente de México exigió que España se disculpara, cuando México es uno de los países americanos que cuenta con más descendencia aborigen. Por cierto, tampoco se oyó a los indigenistas decir ni pío con el conflicto habido no hace mucho en la mexicana selva Lacandona, o ahora con el despojo a los Cucapá del río Colorado. Sigue leyendo